Batista es De la Rúa. Aburren sus explicaciones, su monótono discurso que no se sostiene ni en la cancha ni en las conferencias.
El pueblo futbolero está harto de todo lo que no sea un triunfo contante y sonante.
Al fútbol se juega para ganar. Primero ganá y después explicá.
Un Uruguay batallador, concentrado, dejando la piel, se quedó con un sitio en las semifinales de la Copa América que Argentina organiza y no ganará.
Messi hace todo lo que puede y un poco más. Pero no alcanza.
Maradona es una palabra que cada vez nos queda más lejos. Ya nadie gana los partidos per sé.
Pobre Lionel. Yo ya me hubiese cansado de este caos intelectual que gobierna en la alta esfera del Seleccionado.
Las incongruencias sobran: el caso Tevez (que para mi jugó por última vez en esta selección), el caso Biglia (y Cambiasso y Banega???), el caso Zanetti. Y siguen las firmas.
Hace unos minutos acabo de escuchar a Batista en la conferencia de prensa intentando explicar como su Titanic mental se estrelló contra el iceberg de la realidad.
Y me aburrió mucho. Se llenó la boca de la palabra trabajar y encontró una muletilla vergonzante. Solo falta que se mande a hacer un anillo que diga "lo imporante es el Mundial".
Todo pasa, Checho.
Pero por las dudas, preparen el helicóptero.
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