miércoles, 17 de noviembre de 2010

SON HORRIBLES DE VERDAD

¡Qué partido horrendo!
Lamento haber dilapidado dos horas de mi vida viendo esa muestra gratuita de mediocridad que fue el River-Boca.
Deben estar preocupados los mercaderes que venden a este espectáculo como uno de los imperdibles que tiene el mundo. Si esto es el famoso superclásico, tengo alrededor de dos millones de cosas más interesantes para hacer antes que romper mis ojos viendo jugar a estos futbolistas que son, en su mayoría, verdaderamente impresentables.

En medio de esa pintura apocalíptica, River al menos mostró intenciones, atacó, se defendió bien, puso entusiasmo, generó algunas situaciones de peligro.
Lo de Boca fue incalificable. Me hizo acordar a la selección de Basile en Chile.
Un papelón.

Por lo menos la mitad de los futbolistas que jugaron este superclásico son indignos de vestir las camisetas que vistieron hoy.
Todo dicho.

Para peor, la única chance de luz se apagó rápido con la lesión de Riquelme.
Así que fue absolutamente todo descartable.
Todos dirán que fue un clásico para el olvido. Yo creo lo contrario: me voy a acordar por mucho tiempo las dos horas que me perdí viendo a esos muchachotes más bien torpes corriendo detrás de una pelota a las que todos trataron de usted. Pero no por respeto, porque la mayoría de ellos tiene una relación distante con el cuero.
Y se nota mucho.

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