Subiéndonos a ese tren podemos decir que en el mundo del fútbol, la madre patria de España es Argentina.
Fue una de las grandes corrientes inmigratorias de todos los tiempos … la de los futbolistas argentinos haciendo cola para ir a jugar al nuevo mundo cuya capital es España.
Un relevamiento realizado a fines de 2007 ubicó a España como el principal país receptor de futbolistas argentinos: 174 criollos poblaban las diferentes ligas ibéricas.
Unos años antes se había llegado al colmo: un equipo español inició un partido de liga integrado por 11 jugadores argentinos.
Di Stéfano, Maradona, Kempes y Messi han desparramado por esas tierras toda la genialidad y toda la gloria.
Inclusive muchos criollos se han puesto la camiseta de la Furia: el gran Alfredo, Rubén Cano, el Nene Rial, Pizzi, Mariano Pernía…
Los choques entre los dos seleccionados comenzaron el 7 de diciembre del 52 en el viejo estadio Chamartín de Madrid. Argentina ganó 1-0 con gol del debutante delantero de Estudiantes Ricardo Infante.
En el 53, los españoles vinieron por primera vez a la Argentina y en un Monumental con 90.000 espectadores perdieron 1-0 ante una selección que presentó la delantera íntegra de Independiente: Micheli, Cecconato, Lacasia, Grillo (autor del gol) y Cruz.
En el 61 se jugó un partido en el que España incluyó a un centrodelantero nacido en Barracas: Alfredo Distéfano, que le hizo un gol a Argentina en la victoria roja 2-0 en Sevilla.
Esa historia se repitió en 1995 en el Vicente Calderón de Madrid: ganó España 2-1, con un gol del santafecino Juan Antonio Pizzi para los locales.
Más allá de estas historias, en el mundo del fútbol Argentina siempre estuvo por encima de España en la consideración mundial.
O mejor dicho, casi siempre … porque hoy la realidad nos muestra otra cara.
El conjunto consolidado es el español, campeón del mundo, de Europa y acostumbrado a ganar … y la nuestra es una selección que camina cien metros y tambalea 10 kilómetros.
Pero esto es fútbol … y todo puede suceder.
En este deporte, a veces … los pájaron le disparan a las escopetas.
Además, los españoles son inteligentes: saben que nunca hay que subestimar a la madre patria.
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