Dante Alighieri cuenta como de la mano del gran poeta Virgilio recorre los diferentes círculos del infierno y las distintas inmensidades del cielo.
Cuando se dice que algo es Dantesco, se habla ni más ni menos que de esta historia.
Y Palermo es dantesco.
Falla tres penales en un partido … y pisa el infierno.
Le hace dos goles al Real Madrid en Tokio … y se asienta en el cielo.
Se le cae un paredón encima de la pierna en el festejo de un gol … y parece que se quema.
Hace goles de todos los tamaños … y parece que flota entre las nubes.
Y hay más.
Como nadie, Palermo transita por las dos sendas en un solo instante.
Marcó su gol 100 en Primera con los ligamentos rotos.
Falla un mísero penal y al minuto hace un golazo inolvidable.
Más allá de lo que el propio Maradona creía, el partido ante Ghana no sirvió para nada … salvo para Palermo, que como buen alquimista transforma los desperdicios en oro.
Seamos realistas: Martín era un ex jugador de selección, ese era un tren que ya había pasado en su vida.
Pero todos los factores actúan en su favor: los chiquitos de la selección no hacen un gol ni equivocados, los nueve de área brillan desde la ausencia … y entonces aparece este grandote carismático, goleador, alejado de la técnica pero con la voluntad a flor de piel … y se anota porotos.
Tanto buscar al 9 de la selección y mirá si era éste.
Que nadie se asombre si la clasificación para Sudáfrica llega de la mano del 9 menos pensado.
Porque siempre hay un disfraz de héroe disponible con el talle exacto de Martín Palermo.
Columna de Marcelo Mármol De Moura en "Autos Continental" (3 octubre 2009).
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