viernes, 30 de octubre de 2009

EL PAIS DEL BOCA – RIVER

Podríamos dividir al mundo en dos … de cien maneras distintas.
Hombres y mujeres, clásicos y modernos, creyentes y ateos, etc, etc.
Lo que para la geografía significa la línea del Ecuador, para la filosofía lo representaría, por ejemplo, el yin y el yang, ese pensamiento taoísta chino de los lados opuestos.

El yin es el principio oscuro y se lo identifica con lo clásico, lo apolíneo.
Son ejemplos del yin: la mujer, la tierra, la noche … y River Plate.

El yang es el principio claro. Es lo pasional, lo dionisíaco.
Son ejemplos del yang: el hombre, el aire, el día … y Boca Juniors.

River y Boca, como dice el poeta, no se mezclan.
Nacieron en la misma cuna y conviven desde el principio de los tiempos en ese odioso amor que los une. Porque River y Boca se odian, pero se aman, se potencian.
Boca sería otro sin River … y River no sería el mismo sin Boca.

El 2 de agosto de 1908 se enfrentaron por primera vez en una precaria canchita que Boca tenía en la Dársena Sur.
Esa página menesterosa estaba iniciando una confrontación sin igual.
En Brasil tienen el Fla-Flu, en España el Real-Barcelona, en Uruguay el Nacional-Peñarol, en Italia el Inter-Milan … pero nosotros somos argentinos y creemos que no hay un clásico en el mundo como un River-Boca.
El clásico rosarino es formidable, el de La Plata es apasionante … pero el superclásico abarca a todo el país. Argentina es el país del Boca-River.

Y esta película azul, amarilla, roja y blanca ha tenido capítulos únicos.
El primer duelo del Profesionalismo terminó mal. A los 30 minutos del segundo tiempo, cuando empataban 1-1, River se retiró del campo en actitud de protesta.

Y así llegó el campeonato que los Millonarios le arruinaron a Boca en el 33, el debut de Rattín, el penal que Roma le atajó a Delem, la trágica tarde de la Puerta 12, el gran debut de Carlos García Cambón haciéndole 4 goles a Fillol, el partidazo de los 9 goles que River ganó 5-4, la aparición de unos pibes llamados JJ, Merlo y Alonso, la final que Boca ganó con una avivada de Suñé, aquel golazo de Diego y el vibrante “que sea, que sea” de Víctor Hugo, el gol de la pelota naranja del Beto Alonso, el 3-0 del equipo de Gallego en la Bombonera, la noche del caño de Riquelme a Yepes, el último partido de Passarella, la vaselina de Ricardo Rojas, el último de Diego … y tantos más.

En un país signado por las antinomias, el River – Boca es la que nunca se extingue.
Es el súper partido, el que vale casi como un campeonato.
Es el duelo del yin y el yang, el sur y el norte, la pasión y la razón, Dioniso contra Apolo.

Volvemos al poeta: “El Riachuelo y el Plata podrán mezclar sus aguas allí cerca … pero River y Boca, no se mezclan”.


Columna de Marcelo Mármol De Moura en "Autos Continental"

(24 octubre 2009)







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