miércoles, 6 de agosto de 2008

LOS TRASTORNOS DE LA PELOTA

Vaya uno a saber por qué, pero hay algunos países fanatizados por el deporte.

Brasil, surge rápidamente como inobjetable mención, pero hay más. Y en ese más, estamos nosotros los argentinos.

Hay muchas preguntas para tratar de desmenuzar este fenómeno, que nos arrastra al consumismo deportivo como si no existiesen otros sitios donde abandonarse a la pasión. Y tal vez sea así, tal vez el deporte sea el mejor sitio para alejarse de los problemas “reales”.
Pero empecemos con las preguntas: ¿Los argentinos nos aferramos al deporte porque es un espacio donde, a veces, ganamos?, ¿Esa fanatización de estar viendo por televisión un partido de fútbol entre Andorra y Chipre a las cuatro de la mañana tiene explicación?, ¿Nos va la vida en esto o es un juego al que nosotros le ofrecemos seriedad para creerle? ... y vamos más allá: ¿Tiene alguna lógica que un hincha del equipo X le pegue a un hincha del equipo Y porque gritó un gol o porque tiene otra camiseta?.

Si volvemos a leer las preguntas, nos veremos incluidos en algunas de estas situaciones, y nos resultará patético.
Esto es el deporte para el argentino (para algunos, por supuesto, ninguna generalización tiene consistencia): es una lucha sin cuarteles para ganar a algo, para que nuestro equipo gane por nosotros.

En el heroísmo que despiertan algunas victorias de las selecciones nacionales de cualquier deporte (si es de fútbol, mejor) vemos que algo anda mal, notamos que hemos puesto por un par de horas la cocina en el dormitorio.

No es éste un tratado de sociología, ni por asomo tiene intenciones de nada parecido, sólo quiero reflejar la sensación que a algunos nos da verle la cara llena de sangre al hincha del equipo Y por gritarle un gol al del equipo X.

Exagerados somos y así vivimos, en la vida y en el deporte. Alguien dijo que jugamos como vivimos, y esa es una gran verdad.
Jugamos como vivimos y, por ende, vivimos como jugamos.

Pero me detengo en la punta del hilo de esta gran madeja. Creo que al ser un país con pocas victorias en otros ámbitos, ser campeones mundiales de fútbol nos hace sentir poderosos.
Y será así, nomás.
Pero Argentina, hasta que alguien la cambie, seguirá no clasificando a los mundiales de educación, salud y bienestar ... y seguirá siendo potencia en fútbol, básquetbol y hockey femenino.
Una ecuación que parece no cerrar.


Marcelo Mármol De Moura

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