Ahora podemos sacar conclusiones.
Incluso podemos jugar a “la máquina del tiempo”, retroceder el almanaque e instalarnos en el momento en el que se le ofreció el cargo de técnico de la Selección a Diego.
Por el espíritu Maradoniano que me habita, yo cambaría el SI de ese día por un NO rotundo.
Esta etapa como entrenador del seleccionado es un capítulo innecesario, bastardo, en la vida del máximo exponente que la historia del fútbol ha dado.
Desde el primero hasta el último de esos días fue material de descarte.
La muchacha más hermosa de nuestros sueños transformada en una ordinaria.
La historia de la Rubia Mireya vencida por el tiempo.
Me viene a la mente esa publicidad que Diego hizo para una empresa de medicina prepaga.
Podría haberse quedado sentado viendo a la gloria desfilar frente a sus ojos, pero no hubiese sido él.
Una lástima.
¿Te acordás hermano, lo linda que era? ¡Se formaba rueda pa´verla bailar! Cuando por la calle la veo tan vieja, doy vuelta la cara y me pongo a llorar.
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