domingo, 3 de enero de 2010

LA DIVINA COMEDIA DEL 2009

El poeta Virgilio lleva de su mano a Dante Alighieri a recorrer los lugares que nadie recorre impunemente.
Lo pasea por los infiernos y por los cielos. Ambos se convierten en observadores privilegiados de paisajes y personas.
De eso se trata “La Divina Comedia”, uno de los grandes libros de la literatura universal.

Amparados por esos textos y agregándole unas pizcas de la magia de la radio, pasearemos por las cimas y los subsuelos de este 2009.

El recorrido comienza al traspasar una puerta secreta perdida entre las calles de la ciudad.
Estamos en un pasillo largo, despintado, que parece entrar en ebullición a cada metro. El calor sofoca, pero no lastima.
Evidentemente, caminamos hacia un círculo menor del infierno.
Nos asomamos a una fosa profunda y podemos ver claramente.
No hay gritos, solo algún quejido perdido. Los que están aquí no parecen seres dolientes, pero no tienen brillo en la cara.
Se oyen palabras altisonantes … el que discute con un demonio menor es Carlos Bilardo, que no sabe por qué está aquí, pero tampoco sabe por qué no debería estarlo.
Un grito del doctor cierra la charla con el correveidile: “vos no sos Beckembauer para discutir conmigo: te digo que esto es Gatorei”.

Mientras algunos políticos caídos en desgracia departen amablemente, en otro costado Ricardo Caruso Lombardi explica con mil palabras por qué se fue de Racing.
A dos metros, un dirigente Académico no para de recibir mensajes de texto de un amigo alemán.

Sacamos la cabeza de la fosa. Volvemos al pasillo, que cada vez está más caliente.
Al cuarto paso, decididamente el sendero baja de manera abrupta. Casi rodando llegamos a una puerta de chapa ordinaria detrás de la cual se oyen gritos.
Abrimos, miramos. Debe ser un infierno vip, porque allí están los dos últimos técnicos de la Selección Nacional.
A Diego se lo observa con una mochila que dice “Recuerdo de La Paz” y discutiendo a viva voz sobre quiénes son los que realmente le toman la leche al gato y quiénes los que dejan escapar a las tortugas. De vez en cuando, gira su torso para indicarle a alguien a voz en cuello: “Mascherano y diez más”.
A Basile se lo ve departiendo amablemente con algunos amigos periodistas, que le aseguran que la culpa de los últimos fracasos no le corresponde.

Y más allá se lo distingue (vaya que sí) al Ogro Fabbiani.
El ex Granate y Granata, está tratando de comprender que hablar de más fue en vano (en Vanucci, digamos).
Igual, no parece entender lo que sucede: como si le hablaran en esperanto.

Volvemos al camino que dejó de ser pasillo.
Sigue en picada. El calor no se soporta y los ruidos violentos, menos.
Mientras miles de pequeños animalitos roen los talones de los pecadores, tratamos de distinguir alguna cara conocida.
Hay un par de ex presidentes de clubes de Primera con apellidos comunes …López, Aguilar …
¿Arbitros? , sí árbitros HAY. Y varios.
Pequeños ayudantes de Laverni (del averno) no saben que hacer: si echar más Brazenas al fuego o tirar un Baldassi de agua fría… mientras tanto va la Lunati rodando por Collado.

En un rincón, hay un par de foráneos que responden a los nombres de Tiger Woods y André Agassi.
Y también está un señor grande aferrado a un sillón, con un anillo que brilla en la oscuridad.
Raramente, el hombre parece estar en calma, casi placenteramente, en este sitio poco
diáfano.

Hay tiempo para un infierno más: pero no iremos tan abajo. A la distancia podemos vislumbrar varias caras conocidas: pero no hace falta caer en nombres propios.
Extrañamente, en la pared última hay escritas varias frases: Cuesta distinguirlas:
Estamos ganan ..
El que apuesta al dólar … .
No los voy a defrau …
Felices los niñ …
Los argentinos somos derechos y hu …

Es hora de salir de aquí.
Giramos a la izquierda y cerca del primer círculo del infierno está el acceso al cielo: es un acceso modesto, como el de algunas ciudades a las que uno entra por el fondo.
El aire es límpido.
Una puerta se abre ante nuestra mirada. Aquí están los que han tenido una gloria inconclusa, aquellos a los que les faltó una para el chin chón: Cappa, Pechito López, Palermo…

Avanzamos. Ya hay olor a paraíso.
Caminamos sobre nubes, trepamos escaleras celestes.
Detrás de una gran cascada podemos ver a mucha gente divertirse: Luis Scola con una pelota le tira al aro iris … Falcioni, Sabella y Gareca hablan de sus conquistas … Bielsa y el Tata Martino de Newell’s y Sudáfrica.

Falta poco, cada vez es más inmenso el paisaje.
Allí hay otro cielo: sí, está Messi con la camiseta del Barcelona; Verón con la de Estudiantes… están Usaín Bolt y Jenson Button, dos velocistas del mundo firme.
Y está Federer charlando con Del Potro sobre las edades y la estética de las mujeres.

Se nos termina el recorrido, hay un instante para el último cielo, el más elevado, el mejor.
¿Y allí que hay? Miremos.
Allí está el futuro.

Porque en el deporte como en la vida … lo mejor está por venir.



Columna en Autos Continental (2 enero 2010)




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