martes, 15 de diciembre de 2009

DISQUISICIONES SOBRE LA CORRUPCION, VILLA DALMINE Y SCHOPENHAUER

Estamos acostumbrados a la corrupción, convivimos con ella en todos los ámbitos.
Allí donde haya dinero y/o poder, habrá gente dispuesta a venderse al mejor postor.

Ocurre en la política, ocurre en el deporte y en el periodismo deportivo (recordar algún sueldo que pagaba un reciente ex presidente de un club grande para que algún periodista hablara bien de la institución en cualquier lugar: fuera éste cercano o recóndito).

Y por supuesto que también habrá de esto en el arbitraje.
Es demasiada la responsabilidad y el poder para que una sola persona defina los destinos de un partido manejando los fallos a su libre albedrío, ya que al reglamento sólo acuden algunas veces.
Pensemos: un club gasta millones al año para comprar algún jugador, pagarle al plantel, tener un técnico capaz.
Se trabaja con rigor, los resultados aparecen, pero sobreviene algún error arbitral y … ¡¡voilá!! … todo cae por la borda.

El día que nació el fútbol, nació la sospecha. Y en todas las épocas hubo despojos y arreglos.
¿Por qué? Porque existe un campo fértil para disimular el acto oscuro.
Salvo algunas excepciones de la historia, los árbitros se equivocan más de lo que aciertan en jugadas decisivas. Y siempre se le echa la culpa de esto o a la complejidad de la tarea o la ineptitud de los que la tienen que llevar a cabo.
Y ahí está la coartada: amparados en esa ineptitud algunos pícaros pueden llegar a hacer negocios. Si es natural equivocarse, será difícil saber cuándo la equivocación es involuntaria y cuando inducida.

Algunos caritativos que lo son solamente con la plata de los demás, dicen que si sos mejor vas a ganar igual por más que el árbitro te juegue en contra.
¡¡¡Mentira!!!
Les aseguro que si Villa Dálmine juega contra el Barcelona de Messi y tiene al árbitro a favor …al menos no pierde.

El soborno, la presión, la solicitud, el arreglo … son parientes de una misma familia que es parte del árbol genealógico del fútbol argentino.

Borges creía que si alguien estaba cerca de la verdad en el universo ese era Schopenhauer … y Schopenhauer escribió algo que bien podría definir estas situaciones:
“Las cosas transcurren en el mundo como en algunas comedias italianas, donde las mismas personas aparecen siempre con las mismas intenciones y la misma suerte”.

El la calle Viamonte se sabe perfectamente que el tiempo cura las heridas y combate a la memoria.
Y ese as de espadas está siempre pegado en la misma frente.


Columna en Autos Continental (12 diciembre 2009)




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