Angel Norberto Coerezza debutó como árbitro de Primera División a los 23 años, dirigiendo un clásico entre Independiente y San Lorenzo, ni más ni menos.
Dirigió en Primera División 543 partidos entre 1957 y 1978, además actuó en 39 partidos de la Copa Libertadores y dirigió tres partidos mundialistas, dos en México ’70 y el inaugural del Mundial ’78.
Fue, sin dudas, uno de los mejores árbitros de la historia de nuestro deporte rey.
- ¿Que recuerda de los tiempos de su debut?
- Salíamos de la transición de la época de los árbitros ingleses, éramos una nueva camada que salía de una escuela en la que tuvimos la suerte de tener a un profesor como Juan José Alvarez y a un director como Bartolomé Macías, que nos fueron enseñando en primer lugar a sentir afecto por lo que hacíamos y a estar comprometidos con los que nos tocaba hacer, la parte legal del deporte.
Me tocó a mí ser el primero promocionado de ese grupo de árbitros y fui haciendo camino al andar. Pienso que a los 23 años, dirigir un partido, debutar en un clásico, es realmente para pensarlo ¿no?.
- Ahora se dice que es muy difícil dirigir en el fútbol argentino, ¿cómo era en su época?
- Arbitrar no es tan difícil, yo creo que más difícil es jugar al fútbol y jugar bien.
En nuestra época había otro tipo de jugadores, se jugaba más lealmente, si bien siempre hubo jugadas fuertes, era otra cosa.
Hoy es un permanente diálogo, un permanente cuestionamiento. Creo que hoy los árbitros no tienen el apoyo que teníamos nosotros cuando nos tocó arbitrar. Me parece que hoy es más difícil, pero nosotros estábamos fortalecidos. Hoy no veo el apoyo para los árbitros. Y con esto me refiero a un sistema de premios y castigos, donde los árbitros que cumplen con su función y que tienen actuaciones correctas tienen que dirigir los mejores partidos. Los que son desacertados o irregulares en su actuación tienen que dejar su lugar a otros.
- Cuéntenos sus experiencias en los dos mundiales.
- Normalmente los árbitros no europeos casi no existían en los Mundiales, y a mi me tocaron dos situaciones muy buenas. Una fue dirigir un partido muy difícil como Alemania-Inglaterra. Fue difícil en los papeles, luego en la realidad fue muy fácil. En ese partido había por lo menos 20 figuras de renombre mundial como Bobby Moore, Bobby Charlton, Peters, Banks, Uwe Seeler, Overath, Muller, Beckembauer, Maier... fue un partido muy importante porque era la revancha de la final polémica del mundial anterior, y le dieron la responsabilidad a un sudamericano. Y después en la final. Me tocó estar como juez de línea, porque había recibido el silbato de oro, pero no pude dirigir la final (hubiera sido el primero no europeo en hacerlo) porque mi país era frontera con Brasil, el silbato de plata que era suizo tampoco pudo hacerlo porque su país era frontera con Italia y el que dirigió fue un alemán democrático.
- ¿Y en el partido del 78?- Yo ya tenía en mi cabeza el retiro, sabía que el mundial iba a ser mi último torneo importante. Y tuve el honor de ser designado para el partido inaugural, que normalmente se le da al árbitro de mayor prestigio, el que marca un poco el camino a seguir. Ese honor, por suerte para el arbitraje argentino, lo tuvo Elizondo en este último mundial.
-¿Cómo lo vio a Elizondo en el último mundial y ese auge que se despertó con él tras la final, siendo considerado por muchos como el mejor árbitro del mundo?
- Yo digo que nunca hay mejor árbitro, es el árbitro que está pasando el mejor momento.
En este caso Elizondo tuvo una actuación muy regular, para llegar al partido final donde él mostró la seguridad que tenía. Supo imponer su autoridad sin ostentación pero con firmeza, creando en los jugadores esa imagen de un hombre que sabía lo que estaba haciendo y no se iba dejar amedrentar por el pánico escénico. Saber que ese partido iba a ser visto, según la FIFA, por mil millones de perosnas, es evidentemente un peso que en ningún momento Elizondo lo sufrió. Fue un arbitraje excelente.
- ¿Usted es un convencido de la capacitación de los árbitros?
- Por supuesto. Hoy a los árbitros no se les puede enseñar únicamente las 17 reglas del juego y su aplicación, hoy el árbitro tiene que tener conocimientos básicos de los que es la justicia, su aplicación, saber el concepto de la ecuanimidad que es la ciencia que estudia lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto, eso es importantísimo.
El árbitro tiene que ser un docente, mostrar que es una persona de bien que va a ser justo y exacto en sus determinaciones, pero que es un hombre educado, lo que transmite un respetuo mutuo.
Y también tiene que tener conocimiento de la psicología. Hoy el fútbol es un deporte que tiene connotaciones sociopolíticas económicas, y no alcanza solamente conocer las 17 reglas de juego.
- ¿Y usted qué tipo de árbitro fue?
- Yo no fui un buen árbitro, pero traté de dejar lo mejor de mi. Sin las condiciones naturales que tenía un gran árbitro como Roberto Goicoechea, sí logré en los jugadores el respeto. Y eso marca mi historia personal y cómo me comporté con el uso del poder.
Don Angel Norberto Coerezza, una personalidad del arbitraje argentino y un hombre lleno de experiencias para transmitir.
Marcelo Mármol De Moura
(Fragmento de la entrevista realizada en el programa "La Barra de Víctor Hugo" por Radio Continental)
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