jueves, 11 de septiembre de 2008

TU CARA ES MI CARA

Pocas veces un equipo muestra dentro de un campo de juego la misma cara que su entrenador en el costado.
Es más, pocas veces un equipo juega de la misma manera que su técnico vive (la vida profesional como entrenador de fútbol, se entiende).

La Selección Nacional Argentina es la exacta cara de Alfio Basile: cualquier error termina en catástrofe, cualquier duda es un drama y cualquier voz en disidencia es la traición hecha y derecha.

Ya son cuatro los partidos empatados consecutivos en las Eliminatorias y si le agregamos las igualdades amistosas ante México en San Diego y Belarús en Minsk, llegamos a seis cotejos igualados al hilo, serie nunca registrada en la historia de la Selección.
Un dato más: en esos seis partidos sólo hizo tres goles.

¿CÓMO LLEGÓ HASTA ACÁ?
Basile ganó los cinco torneos que disputó con Boca allá por el 2005 y el 2006. Claro, Boca tenía -lejos- el mejor plantel del país y de América.
Esos títulos resonaron especialmente en la mente del "vicepresidente del mundo" que decidió darle una nueva chance luego de aquella experiencia del Mundial de Estados Unidos, más de una década atrás.

Y Basile llegó a la Selección cuando claramente ya no era su tiempo.
Debutó con un 0-3 ante Brasil en Londres, luego perdió con España, otra vez 0-3 con Brasil en la final de la Copa América, perdió un amistoso con Noruega, con Colombia por las Eliminatorias y ahora enhebró esta larga serie de empates.

Pero más allá de los resultados, hay un concepto que les estalla en los ojos a todos los que quieren ver algo: este conglomerado de individualidades no juega absolutamente a nada.

NOMBRES
Riquelme es el demonio cuando las cosas no salen, por supuesto. Su lentitud, su dominio psicológico del equipo, su rol protagónico en desmedro del de Messi.
Riquelme es un futbolista de 30 años que no está llamado a ser Maradona.

Pero según nos quieren hacer creer los dueños del marketing y de las opiniones, Messi es el Charro Moreno redivivo, el Maradona en ciernes, el Di Stéfano en envase pequeño. Y la verdad, cada vez se parece más a su amigo Ronaldinho: juega para la cámara, necesita una pelota solamente para él y no se carga el equipo al hombro casi nunca.

Las cosas en su lugar, porque si no podemos ver claramente esto que es tan fácil, no vamos a poder entender nada.

LO QUE VIENE
Todos los sistemas han ganado y perdido mundiales, todos los sistemas se han ido al descenso, así que nadie tiene la verdad: ni los que trabajan 16 horas por día en el laboratorio ni los que se sientan a mirar la televisión y comer helado.

Pero nos merecemos poder elegir la manera de morir dignamente, sin que nadie nos quiera cagar a trompadas por pensar distinto.

Marcelo Mármol De Moura




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