
Con él mantuvimos un mano a mano para hablar de la vida, no solamente de fútbol.
- ¿Cómo fue tu niñez?
- Yo nací en Sarandí, en la provincia de Buenos Aires, me he criado en un barrio absolutamente de trabajadores, de calles de tierra.
Mis primeros recuerdos empiezan en el terraplén de la vía, por atrás del barrio pasaba un tren que iba a La Plata, creo que a Olavarría también, que ahora está fuera de servicio. Los primeros recuerdos están relacionados con la pelota, con los chicos amigos. Después empieza la primaria, la escarcha a la mañana, viste que ibas fumando con el aliento que echaba humo...
- Eso ya no pasa más ...- Ya no pasa más, ya no hay escarchas, no hay heladas.
- Y además, no vas más a la escuela ...
- Claro (risas).
Pero tengo un recuerdo muy lindo de ir pisando la escarcha, porque arrancábamos temprano para la escuela y allí estábamos hasta las doce. Después recuerdo a la vieja haciendo la comida en casa. Eramos cuatro hermanos, mi viejo era albañil, mi mamá como correspondía en esa época era ama de casa. Fue una niñez feliz.
Después a los 13 años viene la experiencia del Oratorio Don Bosco, yo tuve una crianza saleciana, hasta fui monaguillo en una época
- Y a algunos delanteros a los que no tratabas demasiado bien, ¿les mostrabas la foto de monaguillo?- (Risas) No, les mostraba la cara.
Pero fijáte que mi primer técnico de fútbol fue un cura, que se llamaba Faustino Prieto.
- ¿Qué hiciste con el primer dinero importante del fútbol?- El primer dinero que gané lo dejé en casa. Nosotros siempre le dábamos el sobre a la vieja, cuando trabajaba de aprendiz de tornero a los 13 años.
Y la primera plata en el fútbol también la dejaba en casa, para refaccionarla, para agrandarla. No tuvo un destino cierto, no me compré un auto de 120.000 dólares.
- Una vez me dijiste que sabías tanto de fútbol como de tango, ¿qué es el tango para Roberto Perfumo?- El tango es lo que nos acompañaba junto con el fútbol. Las primeras lecturas fueron con “El alma que canta”, una revista que editaba todas las letras, y me acuerdo como de 250 letras. Y de ahí mi afición, y realmente sigue siendo para mi una expresión poética fantástica. Yo después viví la transición hacia la música del Club del Clán, la nueva ola que se llamaba, y después llegó el rock y arrasó con todo.
- Vos jugaste 4 años en Brasil. Según tu experiencia, ¿pensás que hay diferencias entre los dos pueblos, entre el argentino y el brasileño?. ¿Ellos son tan alegres y nosotros tan melancólicos?
- Sí, ellos tienen un sentido de la vida diferente: siempre ven la parte buena. Ellos siempre ven todo con optimismo: mañana va a ser mejor. El argentino piensa que mañana va a ser peor. Fueron colonizados por otra gente. Nosotros somos muy de nostalgia, de envidia, de prejuicios, somos casi todos hijos de españoles e italianos.
- Por eso no escribieron tangos allá ...
- Exactamente, la música marca muchas cosas.
Pero yo no vi complicarse la vida a ningún jugador después de una derrota. Yo me quedaba enojado y ellos me tranquilizaban.
A veces molesta un poco esa cierta irresponsabilidad, pero ellos disfrutan más de la vida, viven mucho más liviano y tienen razón.
- ¿Que te dejó la profesión de técnico?- En principio pensé que era más fácil, porque yo estaba bastante cerca del entrenador mientras jugaba. Pero cuando me tocó dirigir a mí, me di cuenta de que me temblaban las piernas.
El técnico es un líder conductor de grupos, es una persona que tiene que tener responsabilidad, que tiene que absorber, dar contención y poner límites. Hoy en día está bastardeada porque la plata empezó a ensuciar todo, pero yo creo que es una profesión fantástica, si uno tiene el coraje.
- ¿Qué relación tuviste con el público?
- Maravillosa. La relación con el público tiene una clave para el futbolista. Creo que desde que empecé a jugar y hasta que terminé, con cualquier camiseta y ganando o perdiendo, nunca le hice un solo gesto a la gente. Sólo un saludito si te aplaude mucho y nada más. Por eso yo hoy entro a la cancha de Independiente y no me insultan. Creo que hay una memoria en el hincha de la conducta que tiene el jugador dentro de la cancha. Hoy también eso cambió.
- Y la última. Me vas a perdonar la infidencia, pero si podés contame que hacías con las cartas que te mandaban las admiradoras.
- (Risas) Cuando empezó la gran fama yo estaba recién casado, y había chicas que daban vueltas, y éramos muy jóvenes, entonces yo a Mabel para curarla un poco, porque sabía que estaba celosa como debe ser, le daba las cartas de las chicas para que las contestara ella. Y le aparecían cada cosa y cada dibujo. Y se curó bastante. (risas).
Si alguna vez usted tiene la chance de poder hablar un rato con Roberto Perfumo, no la desperdicie: es un momento enriquecedor.
- Yo nací en Sarandí, en la provincia de Buenos Aires, me he criado en un barrio absolutamente de trabajadores, de calles de tierra.
Mis primeros recuerdos empiezan en el terraplén de la vía, por atrás del barrio pasaba un tren que iba a La Plata, creo que a Olavarría también, que ahora está fuera de servicio. Los primeros recuerdos están relacionados con la pelota, con los chicos amigos. Después empieza la primaria, la escarcha a la mañana, viste que ibas fumando con el aliento que echaba humo...
- Eso ya no pasa más ...- Ya no pasa más, ya no hay escarchas, no hay heladas.
- Y además, no vas más a la escuela ...
- Claro (risas).
Pero tengo un recuerdo muy lindo de ir pisando la escarcha, porque arrancábamos temprano para la escuela y allí estábamos hasta las doce. Después recuerdo a la vieja haciendo la comida en casa. Eramos cuatro hermanos, mi viejo era albañil, mi mamá como correspondía en esa época era ama de casa. Fue una niñez feliz.
Después a los 13 años viene la experiencia del Oratorio Don Bosco, yo tuve una crianza saleciana, hasta fui monaguillo en una época
- Y a algunos delanteros a los que no tratabas demasiado bien, ¿les mostrabas la foto de monaguillo?- (Risas) No, les mostraba la cara.
Pero fijáte que mi primer técnico de fútbol fue un cura, que se llamaba Faustino Prieto.
- ¿Qué hiciste con el primer dinero importante del fútbol?- El primer dinero que gané lo dejé en casa. Nosotros siempre le dábamos el sobre a la vieja, cuando trabajaba de aprendiz de tornero a los 13 años.
Y la primera plata en el fútbol también la dejaba en casa, para refaccionarla, para agrandarla. No tuvo un destino cierto, no me compré un auto de 120.000 dólares.
- Una vez me dijiste que sabías tanto de fútbol como de tango, ¿qué es el tango para Roberto Perfumo?- El tango es lo que nos acompañaba junto con el fútbol. Las primeras lecturas fueron con “El alma que canta”, una revista que editaba todas las letras, y me acuerdo como de 250 letras. Y de ahí mi afición, y realmente sigue siendo para mi una expresión poética fantástica. Yo después viví la transición hacia la música del Club del Clán, la nueva ola que se llamaba, y después llegó el rock y arrasó con todo.
- Vos jugaste 4 años en Brasil. Según tu experiencia, ¿pensás que hay diferencias entre los dos pueblos, entre el argentino y el brasileño?. ¿Ellos son tan alegres y nosotros tan melancólicos?
- Sí, ellos tienen un sentido de la vida diferente: siempre ven la parte buena. Ellos siempre ven todo con optimismo: mañana va a ser mejor. El argentino piensa que mañana va a ser peor. Fueron colonizados por otra gente. Nosotros somos muy de nostalgia, de envidia, de prejuicios, somos casi todos hijos de españoles e italianos.
- Por eso no escribieron tangos allá ...
- Exactamente, la música marca muchas cosas.
Pero yo no vi complicarse la vida a ningún jugador después de una derrota. Yo me quedaba enojado y ellos me tranquilizaban.
A veces molesta un poco esa cierta irresponsabilidad, pero ellos disfrutan más de la vida, viven mucho más liviano y tienen razón.
- ¿Que te dejó la profesión de técnico?- En principio pensé que era más fácil, porque yo estaba bastante cerca del entrenador mientras jugaba. Pero cuando me tocó dirigir a mí, me di cuenta de que me temblaban las piernas.
El técnico es un líder conductor de grupos, es una persona que tiene que tener responsabilidad, que tiene que absorber, dar contención y poner límites. Hoy en día está bastardeada porque la plata empezó a ensuciar todo, pero yo creo que es una profesión fantástica, si uno tiene el coraje.
- ¿Qué relación tuviste con el público?
- Maravillosa. La relación con el público tiene una clave para el futbolista. Creo que desde que empecé a jugar y hasta que terminé, con cualquier camiseta y ganando o perdiendo, nunca le hice un solo gesto a la gente. Sólo un saludito si te aplaude mucho y nada más. Por eso yo hoy entro a la cancha de Independiente y no me insultan. Creo que hay una memoria en el hincha de la conducta que tiene el jugador dentro de la cancha. Hoy también eso cambió.
- Y la última. Me vas a perdonar la infidencia, pero si podés contame que hacías con las cartas que te mandaban las admiradoras.
- (Risas) Cuando empezó la gran fama yo estaba recién casado, y había chicas que daban vueltas, y éramos muy jóvenes, entonces yo a Mabel para curarla un poco, porque sabía que estaba celosa como debe ser, le daba las cartas de las chicas para que las contestara ella. Y le aparecían cada cosa y cada dibujo. Y se curó bastante. (risas).
Si alguna vez usted tiene la chance de poder hablar un rato con Roberto Perfumo, no la desperdicie: es un momento enriquecedor.
Saldrá con el espíritu mejorado.
Marcelo Mármol De Moura
(Extracto de la entrevista realizada en el programa "La Barra de Víctor Hugo" de Radio Continental)
Marcelo Mármol De Moura
(Extracto de la entrevista realizada en el programa "La Barra de Víctor Hugo" de Radio Continental)
LA CAMISETA DE CRUYFF
Los dos número 14 de aquel partido de Gelsenkirchen cambiaron sus casacas luego del 4-0 a favor de los Naranjas.
El destino de la gloriosa camiseta de Cruyff fue insólito: cambió su destino de gloria en el verde cesped por uno más apacible como pijama del hijo de Roberto.
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