Unos tablones montados en unos caballetes
ayunos de todo mantel, unas gaseosas sin burbujas y calientes, una luz
mortecina que deja ver las paredes despintadas. No hay música, sólo unas voces
lúgubres que no se sabe de donde vienen.
En la gran fiesta del Mundial, esto es el
partido por el tercer puesto.
El glamour siempre viene mañana.
En el 30, lo obviaron.
El primer partido maldito es en Nápoles, ante
7.000 espectadores, el 7 de junio de 1934.
Alemania le gana a Austria 3-2.
Nos quedamos en Europa para asistir al segundo
partido por el último sitio del hipotético podio. En Burdeos, con dos goles de
Leónidas, Brasil vence a Suecia 4-2. Estamos en 1938.
La guerra interrumpe los Mundiales y como en
el 50 se juega una ronda final, el próximo partido telonero se juega en Zurich,
en 1954.
Austria le gana a Uruguay 3-1. La delantera
celeste es Abbadie, Méndez, Hohberg (autor del gol), el Pepe Schiaffino y
Borges.
El argentino Juan Brozzi dirige en Goteburgo
un partido de 9 goles que define el tercer puesto del Mundial de Suecia 58. Con
4 goles de Just Fontaine, Francia le gana a Alemania 6-3.
La próxima escala es el estadio Nacional de
Santiago, colmado para ver a la selección local vencer a Yugoslavia 1-0 con gol
de Eladio Rojas.
En Wembley se define el tercer puesto del
Mundial de Inglaterra. Portugal le gana 2-1 a la Unión Soviética con un gol que
Eusebio le convierte a Yashin.
Se reúnen 104.000 espectadores en el estadio
Azteca para ver el partido que Alemania le gana a Uruguay 1-0 con gol de
Overath.
Un gol del pelado Lato le da el tercer puesto
del Mundial de Alemania ’74 a Polonia, venciendo 1-0 a Brasil en Munich.
Cuatro años después, en el Monumental de River
se enfrentan los dos únicos equipos a los que no puede vencer el campeón
Argentina: el Brasil de Coutinho le gana a la Italia de Bearzot 2-1 y se queda
con la tercera posición. Nelinho, Dirceu y Causio se anotan en el score.
Estamos ahora en Alicante, para ver como otra
vez Polonia se queda con el partido que a nadie le importa. Esta vez supera a
Francia 3-2.
Año 1986, estadio Cuatehmoc de Puebla. Bélgica
aún no sale de la nebulosa en la que la dejó el baile que le dio la Argentina
de Maradona y pierde en el suplementario 4-2 con una Francia llena de suplentes
y sin Platini.
El partido impensado para toda Italia ocurre
el 7 de julio de 1990 en el estadio San Nicola de Bari. La selección local gana
el tercer puesto al superar 2-1 a Inglaterra con un gol que le sirve a Salvatore
Schillaci para ser el goleador del Mundial.
La próxima fiesta lúgubre ocurre en Pasadena
en 1994. Suecia golea 4-0 a la Bulgaria de Stoichkov.
En el 98, los nóveles croatas de Prosinechi y
Suker vencen 2-1 a Holanda en el Parque de los Príncipes, donde se ve al
desorientado Epifanio González dirigir con la desesperación de saber que en ese
partido no hay locales a quien favorecer.
Llegamos a 2002. La marea roja de Corea del
Sur se instala en Daegu para ver a su selección perder 3-2 con Turquía.
En ese partido ocurre el gol más rápido de los
Mundiales: Hakan Sukur marca para los europeos a los 11 segundos de juego.
El penúltimo partido por el tercer puesto se
juega en Stuttgart, en 2006.
Alemania le gana 3-1 al Portugal de Scolari.
Schwensteiger (que marca dos goles en aquel
partido), Lahm, Podolski y Klose tuvieron que pasar por ese purgatorio.
En Puerto Elizabeth, en 2010, otra vez
Alemania. Con Lahm, Muller, Boateng, Khedira, Ozil y Schwensteiger derrota al Uruguay
de Tabárez 3-2. Forlán y Muller marcan un gol cada uno para ser los goleadores
del Mundial.
Y llegamos a Brasilia 2014. Con el impensado
Brasil y la esperable Holanda.
Y aunque salga un partido fantástico y el
estadio muestre su mejor cara, en las almas de los futbolistas estarán
presentes las luces mortecinas, las paredes despintadas y los tablones montados
en caballetes sin ningún mantel que les cubra la cara.
Porque saben que la mujer más linda, viene al
otro día.
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