martes, 1 de noviembre de 2011

EL PUNTERO ... DE LA MANO DE JULIO Y CHÁVEZ

Julio César Falcioni está feliz. Y lo demuestra con esa sonrisa inocultable en medio de ese rostro de villano cinematográfico.
Su equipo es un reloj preciso que llega puntual a todas las citas. Sus jugadores, por lo general, están en el sitio justo en el momento adecuado. Y la suerte dice presente cuando se la espera.

Riquelme es el cerebro, el dueño del equipo. Pero las lesiones lo llevan de la mano en el último tramo de su carrera ... y Julio echa mano a Chávez. Y Chávez funciona.
Viatri se rompe todo y aparece Blandi, un alquimista que transforma murmullos en aplausos y que todo lo que toca lo hace gol.
Orión es una constelación en el arco. Schiavi, el as de atrás.
Somoza barre, Insaurralde plancha, Roncaglia cierra todas las ventanas y Erviti abre las puertas para ir a jugar.
Clemente vuela, Mouche hace la suya, Rivero se solidariza y los demás cumplen.
El que entra, rinde. Cualquier coincidencia con el ciclo de Carlos Bianchi no se sabe si es pura casualidad.

Y como los demás equipos empatan o pierden, Boca sigue estirando ventajas. Si sigue así, este campeonato será el más fácil que se recuerde.

Y pensar que hace unos meses, Boca era un caos.
Navegaba por mitades de tablas impiadosas buscando contentarse con hacer llegar a Palermo a algún nuevo récord.

Sin ir más lejos, cuando Boca debutó en este torneo empatando en Bahía Blanca, no muchos confiaban en que Julio César llegara a fin de año.
Pero todo cambió. Ahora el villano cinematográfico se la pasa sonriendo, porque sabe que está cerca de gritar la única palabra redentora: campeón.

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