sábado, 22 de enero de 2011

A 28 AÑOS DE LA MUERTE DE GARRINCHA


El pasado 20 de enero se cumplieron 28 años de la muerte de un excelso futbolista conocido mundialmente como Garrincha.
Aquí, su historia.

Un pie en el cielo, un pie en el infierno

Garrincha fue un genio, un pobre hombre con el don de generar el asombro y la emoción en grandes escalas.
Cuando a un artista se lo considera “del pueblo”, es que ha ingresado en los corazones.
Garrincha fue ni más ni menos que “a alegría do povo”.

A veces, los designios celestiales son demasiados pesados para las personas y un humilde esqueleto no puede soportar el peso de una genialidad a contramano.
Garrincha era tan maravilloso dentro de una cancha como gris en su vida sin botines.
En el cesped generó obras de arte, en la calle se hizo amigo del desengaño y el alcohol.
Y como le ocurrió a tantos personajes que vivieron con un pie en el cielo y uno en el infierno, el día que el cielo se hizo intransitable, cayeron de bruces al fuego.

Manuel Francisco Dos Santos, Mané, Garrincha, nació el 28 de octubre de 1933 en Pau Grande, tenía doce hermanos y tuvo hijos con cuatro mujeres diferentes.
Nació zambo (hijo de africanos e indígenas), tenía los pies girados 80 grados hacia adentro, su pierna derecha era 6 centímetros más larga que la izquierda, tenía la columna vertebral torcida y sus problemas se agravaron por una severa poliomielitis.
Nada de eso parecía ser cierto cuando ingresaba a un campo de juego.

El notable escritor mexicano Juan Villoro dice que “sabemos por Tolstoi que las familias felices no producen novelas. Tampoco producen futbolistas. Hace falta mucha sed de compensación para exhibirse ante 100 mil fanáticos en un estadio y millones de curiosos en la mediósfera. El hombre canta ópera o rompe récords porque le pasó algo horrendo”.

Jugó en Botafogo, Corinthians, Flamengo, Portuguesa, Junior de Colombia y Olaria, donde se retiró en 1972.
En 1955 debutó con la casaca verdeamarelha (1-1 ante Chile).
Con Garrincha en la cancha, la selección de Brasil jugó 60 partidos, de los que ganó 52 y empató 7. Solamente cayó derrotada 3-1 ante Hungría en el Mundial ‘66.
Ese y no otro fue el último partido de Mané en el seleccionado.

Jugó tres mundiales (12 partidos, 5 goles) y se consagró campeón en Suecia ’58 y Chile ’62, donde fue la gran figura del campeonato.

Luego de que se terminó el fútbol para el mejor puntero derecho de la historia se acrecentó la odisea. Alcohol, noche, vicios.
Tenía una cara desgastada, casi de anciano, cuando murió a los 49 años.

A las seis de la mañana del 20 de enero de 1983 un burócrata del hospital que no lo conocía colocó sobre su cuerpo ya inerte una ficha identificatoria con los siguientes datos: “Nombre: Manoel Da Silva, Nacionalidad: desconocida”.
Y sin querer acertó.
Porque Garrincha era de otro planeta.

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